Volteaba su mirada a cada momento para ver a lo lejos el teléfono; aburrida de estar allí, sentada en el sillón de la sala, ya la televisión no le era interesante, se levantaba a cada instante disimulando arreglar su vestido color púrpura - estaba descalza - sus zapatos estaban esperando ser calzados a su lado, no quería arrugar en exceso su vestido estando allí postrada; se levanta y el aroma de su colonia se difuminaba con la fría corriente de su aire acondicionado. Se miraba en el espejo, se retocaba sus cejas, se observaba de arriba abajo. cuidadosamente su hermoso cabello largo que cubría mas allá de su media espalda; sin percatarse de ser vista o de tener compañía, se ajusta sus sostén aun mas ceñido a sus pechos buscando aun mejor posición, esa que ella sabe que haría caer en sus pies a su amado; sentada de nuevo, el teléfono seguía siendo su principal punto de atención, sentada mirando el televisor sin saber que estaba viendo, su imaginación volaba; cada instante lo recorría en su mente y precisaba con sumo cuidado cada acción tal cual cirujano en medio de una operación. Decide ir hasta el teléfono, descuelga la bocina y lo lleva a sus oreja que había descubierto de su largo cabello que la cubría; brillo sus zarcillos de oro con una pequeña piedra color zafiro al frente, escucha el teléfono y queda pensativa: funciona!, cuelga el auricular. Enciende la música para distraer su ansiedad, cambia una a una las canciones sin encontrar aquella que le de el toque de tranquilidad, queda cualquier canción sonando y se retira caminando hacia el sillón sin quitar la vista a su teléfono. Afuera, la tarde se torna calurosa, la brisa azota los árboles desnudos e indefensos expuestos a su inclemencia; las hojas luchan por no perder su nervio fundamental que las mantienen asidas a la vida algunas tienen la desventura de caerse, otras aun se sostienen; ya su verde es diferente, cambia con el pasar de lo días; es una espera que se descubre en el suelo, las hojas esparcidas ha perdido la vida; así esta ella adentro, aferrada a su amor, aferrada a lo que mas le seduce a su corazón; siente perder fuerzas y se desploma en el sillón, las horas transcurren y cruza la frontera del siguiente día; él no ha llamado: Ha olvidado su cumpleaños ha quedado dormida en su sillón.
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